martes, 30 de octubre de 2012

Otro intento de desahucio

Sucede desde hace años, pero en los últimas temporadas la intensidad del fenómeno se ha acentuado hasta superar los límites de lo grotesco. Haciendo bueno el patrocinio de la liga por parte de una conocida entidad bancaria, los ricos y poderosos asaltan cada semana el feudo de los más débiles, despojándoles no sólo de los tres puntos sino de gran parte de su dignidad. La intervención comienza horas antes, cuando se cortan las calles de tu barrio. No te puedes acercar al estadio con normalidad. Incluso los que defienden la franja sobre el campo, los propios jugadores, tienen problemas para superar los controles. La siguiente señal está en la grada. Allí donde suele haber cinco mil asientos vacíos se sitúan otros tantos blaugranas. En los saques de banda disparan los flashes. Cuando marca el Barça llega el alboroto. Está claro, es día de concierto, día de mitómanos. Hoy no hay partido, toca intento de desahucio. Lo que sí hay es frío, mucho frío, propio de una liga polar. Tu alma coge un poco de temperatura cuando ves a Léo caer en el área, pero entonces recuerda que los poderosos nunca golpean la puerta solos. El peso de la ley cae sobre todas tus acciones. Pérez Lasa se ofende por tus protestas lejanas y castiga con dureza tu frustración. El mismo Pérez Lasa se empequeñece cuando Messi le manda directamente a la freir espárragos con una protesta reiterada, con los brazos en alto y voz en grito, a tres metros de su cara. La vara de medir es, como le gusta a los bancos, de interés variable. El espectáculo termina pasada la medianoche. Un grupo de aficionados visitantes espera paciente en busca de una foto, una mirada, un gesto cualquiera de los protagonistas del asalto. Al otro lado de la valla, más de cincuenta periodistas luchan por capturar las palabras del astro argentino, que hoy ha decidido que suba el pan aprovechando las horas y el buen tiempo. Entra la madrugada en Vallecas. El mejor equipo del mundo vuelve a casa. Ni daños materiales ni heridos de consideración. Incluso los focos han funcionado en el tercer mundo. Todo en orden, los puntos están en la saca y la goleada en las primeras planas. Una jornada más, la desigualdad -más propia del videojuego amañado por un adolescente que del fútbol profesional- se ha trasladado al terreno de juego. Por fortuna, los buenos aficionados al Rayo Vallecano se marchan a casa sabiendo que la goleada se queda simplemente en otro intento de desahucio. No hay jugador en el mundo, por bueno que sea, que les pueda arrebatar la esperanza de conseguir lo que desean.


lunes, 22 de octubre de 2012

De perdidos al rio

El Rayo desaprovechó la oportunidad que tenía de sacar algo positivo de Cornellá. El Espanyol está sin rumbo y con su buque haciendo aguas, pero aun asi fueron capaces de vovel a sacar petróleo de los errores defensivos de los de Jemez, errores que cada vez son más preocupantes y que se deben corregir YA si no queremos vernos en el pozo tan pronto. Por lo menos ya no encajamos goleadas embarazosas como nos pasó en Pucela, que con un juego simple nos mandó a la lona de un plumazo. El dato positivo del 3-2 para los de Vallekas es la consagración de una nueva perla rayista, Leo Baptistao, al que cada vez se le ven mejores cualidades ya que el brasileño tiene tecnica, regate, juego y lo mas importante, el gol. Fue el autor de los dos tantos rayistas que nos hicieron soñar hasta el minuto 92, cuando Stuani rompia todas las esperanzas franjirrojas de puntuar ante el Espanyol. No voy a comentar nada de los errores arbitrales ya que sería hipocrita criticarlos cuando un buen dia un tal Tamudo marcó el gol que nos salvaba la vida en fuera de juego. Pero ayer Stuani tambien lo estaba, y tambien el de negro se tragó un claro penalty por mano del Espanyol dentro del área bastante claro. Pero las cosas como son, se perdió porque no supimos aprevechar nuestras oportunidades y porque el Espanyol supo vivir bien de nuestros errores. Fin de la historia. Lo malo de esta derrota es el calendario, ya que el Rayo recibe al Barça en Vallecas y al Málaga en la Rosaleda respectivamente. Solo queda creer en los nuestros y yo creo. Sigo confiando en que alguna jornada el Rayito desempolve el traje de Matagigantes y dá alguna que otra campanada. No por tratarse de tener enfrente a colosos del futbol vamos a dejar de ser valientes.


miércoles, 17 de octubre de 2012

Pirata ST Pauli

Hamburgo siempre ha destilado un cierto aroma libertario, completamente ajeno a la tradicional rectitud y formalidad alemanas. Con su importante puerto marítimo (el segundo más grande de Europa tras el de Rotterdam), la ciudad hanseática siempre ha sido marco del lógico ir y venir de barcos, marineros y personajes variopintos venidos de cualquier parte del mundo, que han ido conformando históricamente el carácter abierto y desenfadado de la ciudad. Además, el intenso comercio marítimo ha sido a lo largo de los años una generosa fuente de riqueza para Hamburgo y sus gentes, ayudando a construir una ciudad elegante, moderna y cosmopolita como pocas en Alemania. Pero paralelamente, y casi de espaldas a la versión “guapa” de Hamburgo, el distrito de Santk Pauli ofrece una versión quizá más cruda y descarnada de las realidades de una ciudad portuaria. Creado de la nada con el nacimiento del siglo XVII para dar cobijo a todas aquellas gentes y actividades traídas o generadas por el tráfico marítimo que no eran del gusto de la refinada población de la urbe, Sankt Pauli fue modelando su propia personalidad al margen de la ciudad que le había dado vida, casi a modo de gueto. Su fama fue extendiéndose por todo el mundo, recibiendo miles y miles de visitantes (algunos tan ilustres como los embrionarios The Beatles) y dando lugar a uno de los distritos más inquietos y particulares del país germano. Y así sigue hoy, cuatro siglos después, convertido en un símbolo del desenfreno y la ausencia de normas. Como un oasis en la cuadriculada Alemania. Como no podía ser de otra manera, un fiel reflejo de la particularidad de este singular barrio lo encontramos en su equipo de fútbol, el FC St. Pauli, un caso sin igual en toda la vieja Europa. Fundado en 1910, el St. Pauli nunca ha sido un equipo destacado en Alemania, y son contadas las ocasiones en las que ha conseguido codearse con los grandes del país. La curiosa y original camiseta marrón de los “piratas del Elba” sólo ha sido defendida en siete ocasiones en la máxima categoría del fútbol alemán, la última en la campaña 2001/02. Pero no es por sus éxitos o por su sala de trofeos por lo que el FC St. Pauli es un equipo tan especial. Llenar tu estadio con más de 15.000 espectadores jugando en la tercera categoría del país (Regionalliga Nord) no es algo que esté al alcance de cualquier club. El Millerntor-Stadion hace tiempo que no presenta huecos de cemento en sus gradas. En su lugar, la fiel hinchada del segundo equipo de Hamburgo abarrota un animado graderío, que engalana con banderas piratas (adoptada por el club de manera oficial) y símbolos antifascistas o de izquierdas, signos tan distintivos del club como su propio escudo. Guarida de prostitutas, reducto de movimientos punk y okupa, hogar de los estibadores del puerto y morada de gente joven y de clase trabajadora, la singularidad del distrito de Sankt Pauli queda bien patente en su equipo de fútbol. Identificado con unos ideales más propios del amateurismo que del fútbol profesional, el FC St. Pauli se convirtió a partir de su primer y fugaz ingreso en la elite en 1977, en plena eclosión mundial del punk, en todo un símbolo cultural y social. No fue impedimento para que los problemas financieros asolaran al modesto equipo hamburgués en la década de los 80, obligándole a purgar sus carencias económicas en categorías inferiores. Viviendo al día, con lo puesto. Como un integrante más de la clase obrera a la que aglutina. Pocos clubes en el mundo tienen la claridad de ideas suficiente como para declararse pública y abiertamente antifascistas, antiracistas, antisexistas y antihomófobos. El FC St. Pauli y sus fans pasean sus ideales con orgullo. Pocos estadios europeos acogen a un número tan elevado de mujeres en sus gradas como el Millerntor, y juraría que ningún presidente de un club de fútbol de primer nivel ha reconocido públicamente su homosexualidad. Corny Littman, cabeza visible del FC St. Pauli, defiende sin pudor, en un ambiente tan hostil en ocasiones como el del fútbol, su condición sexual. Con este marco tan particular, casi antisistema, no es de extrañar que el pasado año se celebrara en Sankt Pauli, con el club local como anfitrión, la conocida como FIFI WILD CUP, una suerte de campeonato del mundo alternativo disputado al margen del Mundial de la FIFA de Alemania, que enfrentó a los equipos de Groenlandia, Zanzíbar, Gibraltar, Tíbet y la República Turca del Norte de Chipre, además del organizador, “vestido” para la ocasión de República de Sankt Pauli, aunque compitiendo bajo los colores y el escudo del popular club. Una muestra más de las inquietudes socio-culturales de un club que va más allá del mero deporte. En la recientemente terminada temporada, el FC St. Pauli ha conseguido el ascenso de categoría, por lo que en la campaña 2007/08 podrá medirse a históricos rivales, como el Fc Köln, el Borussia Mönchengladbach o el Kaiserslautern. Poniéndome en la piel de estos, no sé qué me impresionaría más, si saltar al Allianz Arena o al Olímpico de Berlín, o hacerlo al pequeño Millerntor con las estruendosas campanadas iniciales del "Hell Bells" de AC/DC como particular bienvenida.

martes, 2 de octubre de 2012

De la ilusión a la humillación

El partido prometía muchas alegrías y sobre todo una esperanza grande de llevarnos los 3 puntos, cosa que se veía por la ciudad horas antes del encuentro. La plaza mayor de Valladolid era franjirroja, los bares, la gente de allí, veía que su pucela iba a jugar contra un equipo humilde pero con una afición de diez. Llegábamos al estadio con la convicción de que jugaríamos bien y nos divertiríamos en los 90 minutos e incluso antes, pero cuál es la sorpresa de más de un rayista que llegó directamente al estadio en su coche particular, que en las inmediaciones del José Zorrilla no hay ni un misero bar ni chiringuito ni nada que se le parezca. Esta en mitad de la nada y la gente entró aun mas si cabe hambrienta de triunfo y porque no, de algún que otro bocadillo. Por cierto para que veáis que en todos los estadios cuecen habas o mejor dicho, listos los hay en todos los sitios, nuestra afición se ubicaba en una zona que la entrada costaba 35 euros, había entradas en los fondos por 25 euros, pues hay gente que se quería ahorrar esos 10 euros de mas y cual es la sorpresa cuando 2 personas delante mío, pidieron 2 entradas de fondo, la respuesta fue la siguiente : "Lo siento, en día de partido no se venden entradas de fondo" . Pero bueno, ¿dónde pone eso? Pues la respuesta es muy sencilla, llevas bufanda del Rayo pues pagas 35 y si no, no entras. Así funciona todo, así va el país como va, se permite hacer a cada uno lo que le da la gana. Después de este atropello gratuito más ganas entraban de meterles 6 y que al menos esos 10 euros que sacaron de mas, nos supieran a caviar, pues nada más lejos de la realidad. En el once ya vimos la temida defensa de 3 al menos para mi, no es ser ventajista pero en el artículo anterior también lo refleje. Si quieres defensa de 3 al menos pon 2 laterales rápidos como son Tito y Casado pero no me desplaces a Jordi Amat y tenga de referencia defensiva a Labaka que con todos mis respetos no está para jugar con 3 defensas, es un central para jugar arropadito y por más que Javi Fuego se intente desdoblar a todo no llega y así nos paso durante todo el partido. Entraban como querían por el centro, por las bandas, al pelotazo y por increíble que parezca Paco Jemez no movía el banquillo. Después de un 6 a 1 no me puedo fijar y culpar a uno sino a los once, pero lo de Adrian es caso aparte, pasa inadvertido, jugamos con 10. Si hay que salvar a uno del equipo para mi es el Chori. Comparte todas las sintonías de nuestro himno, tiene valentía coraje y nobleza, pelea todas las bolas y lo mas importante es que cuando tiene el balón en los pies todo lo hace con sentido, a ver si los otros 10 se contagian pronto.