martes, 20 de marzo de 2012

Sando vete Ya !!!


Jose, no le des más vueltas. No esperes a asegurar la permanencia de los tristes de espíritu. Sal por la misma puerta por la que se marcharon Paquito, Camacho, Juande o Manzano, dejando al Rayo entre los grandes, con estilo. Cuando el equipo certifique la permanencia que renueven a otro, o se renueven los que mandan a sí mismos. No esperes más. Hazlo rápido y deja en breve el duelo, no vale la pena. Te has dejado el alma por la franja roja y no te mereces otra ronda de pleitos, abogados y racaneo. Sabes que desde el primer día no caíste en gracia a los que mandan. Sí, a esos que cobran de tu equipo y del mío más de lo que en su vida habrían imaginado. Los mismos que ni empujan la pelota, ni dirigen entrenamientos, ni se abrazan en los goles. Ellos no saben lo que es comprar hielo en Mercamadrid para tratar a los chavales de un filial en Tercera División. Da igual, no intentes explicarlo; no te quieren. Llega un día a casa pronto, coge a tu mujer y a las niñas y diles que papá se tiene que ir fuera de Vallecas. Diles que quieres crecer, que tienes más hambre de fútbol, que necesitas un sitio donde se puedan hacer las cosas bien, sin luchar contra paredes de hormigón cada mañana. Te preguntarán que por qué no puedes hacer todo eso en Vallecas, en el Rayo, en tu casa. No contestes, no se merecen saber los detalles. Se creerán tu silencio como han hecho siempre, porque te quieren. Todavía recuerdo cuando en la Fuente de la Asamblea, con el filial recién ascendido y pie y medio fuera del club, me dijiste con lágrimas en los ojos que “el Rayo Vallecano es una mujer de la que te has enamorado en la primera cita y le has jurado amor eterno”, pero que no sabías si te iba a corresponder. El rayismo es valentía, coraje y nobleza y no tengas duda, el flechazo fue mutuo. Has vuelto locos a los que aman la franja, a los que de verdad saben lo que es el Rayo Vallecano. Por desgracia, me temo que a los padres sigue sin gustarles el enlace. Ellos no son de mucho amor, son más de conveniencia. Te diría que, además de irte ya mismo, también te fueses tranquilo. Pero eso es imposible; amas la franja y sabes bien lo que llegará tras de ti a ese banquillo. Será uno de esos tristes que pululan por nuestro estadio domingo sí, domingo también, amparados en representantes con buenos contactos o en una laureada carrera como jugadores. Me extrañaría mucho que los que fallan contigo acierten con otro. Lo sabes bien: un entrenador de siete no es suficiente, hace falta uno de diez. Madre mía. Cuando te hayas marchado y la fuente se quede seca alguno se dará cuenta de que se ha acabado el milagro de los panes y los peces. El milagro de Trejo y Armenteros, de Lass y Diego Costa, de Arribas y Javi Fuego, de Tito y de Casado. Ni para aprovecharse de esto son listos. Eso sí, vete con la conciencia tranquila y recuerda una fecha toda tu vida: domingo 20 de junio de 2010. Ese día fuiste a Somosaguas y le dijiste al patriarca: “Déjenme ser el entrenador del Rayo Vallecano si quieren verlo en Primera División”. Cierto es que tuviste fortuna, porque los que mandaban en esa casa tenían impreso un artículo de quien les habla. Se titulaba “Quien mejor que Sandoval” y ya estaban convencidos. Algún dia contaremos esa historia, pero mira dónde estamos ahora… El camino no ha sido fácil. No ha quedado un rival sin analizar, un color de corbata sin probar y una táctica sin meditar, celebrar o maldecir en esas largas noches de insomnio. Has decidido mil veces, has acertado en muchas y te has equivocado en otras tantas. Los que te queremos a tí y al Rayo te lo hemos dicho, aunque doliese. Quédate con el recuerdo del ascenso, el cariño de la gente y la satisfacción del trabajo bien hecho. Echa la mano al pecho donde guardas la foto de tu padre, donde esa franja nos cruza el corazón a tantas personas y ten una cosa clara: tu suegra tenía razón y esa llamada de teléfono, en uno de los días más difíciles de tu vida, siempre habrá merecido la pena: tu destino era entrenar al Rayo Vallecano. Ahora sé que tu gente te seguirá en la aventura, tu lugarteniente Ismael el primero, seguro. Puedes mirar atrás tranquilo y decir adiós, o mejor hasta luego, porque estoy seguro que nos volveremos a cruzar en el camino. Lo repito una y mil veces. Con el tiempo te darás cuenta de lo feliz que has hecho a mucha gente en Vallecas. Sandoval, vete ya.

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