Si alguien no conoce la definición de catarsis, puede acudir a la RAE y
leer que se trata de una “liberación o transformación interior
suscitados por una experiencia vital profunda”. Pero si todavía no se
aclaran las dudas, es posible que tenga que recurrir a las 21:46 horas
del domingo 13 de mayo. En ese catártico momento, 14.500 almas afloraron
la sensación de catarsis cuando, en el agónico minuto 91 del
Rayo-Granada, Tamudo empujó el balón al fondo de la red. ¿Qué sentiste en ese momento?: catarsis. La tarde comenzó pronto
para los vallecanos. Se antojaba un día especial y eso se podía palpar
en el ambiente, en cualquier rincón de los aledaños del Estadio de
Vallecas, en donde la zamarra franjirroja era la auténtica protagonista
de la jornada dominical. El recuerdo del día del Zamora se plasmaba en
los rostros de los sufridos aficionados vallecanos; estos sí que son
sufridores y no los de la ribera del Manzanares. Conforme avanzaba la tarde, la tensión iba en aumento, pero los cánticos
no dejaban de corearse en los grupos de aficionados, que vivieron el
momento culminante de la previa del partido con la llegada del autobús
de los ‘gladiadores’. Eran aproximadamente las 18.45 horas cuando un
baño de multitud franjirroja daba la bienvenida a los Heroes, a los que
podía vérseles en el semblante la presión de lo que estaba por venir. Saltaban los futbolistas al césped minutos antes de las 20 horas.
Vallecas presentaba un colorido aspecto y sus hinchas ya estaban
preparados para la batalla: las voces no cesaron y el equipo los
necesitaba más que nunca. Pero en las pupilas de los 11 que defendían la
franja sobre el tapete, se notaba rigidez, había momentos en los que la
tensión los paralizaba y eso se dejó transmitir a una grada que vivía
pendiente de las noticias que llegaban de Getafe. Y pasó lo que todos se temían. Gol de Zaragoza y desánimo, primeras
lágrimas y nervios, muchos nervios acompañados de una angustia que se
prolongó durante 30 minutos: el espacio de tiempo que osciló entre el
tanto de los maños y el “Tamudazo”. Esa media hora fue infernal. La
gente veía el futuro negro, muy negro, y la grada perdía las fuerzas
para animar a los suyos, hasta el punto de que los futbolistas que
estaban en el banquillo local pedían un último esfuerzo para alentar a
los 11 que se batían el cobre y el destino de la franja. Y llegó la catarsis. En la mente de la afición franjirroja estará el
recuerdo de una de las sensaciones más difíciles de explicar. Cuando
todo parecía perdido, llegó el ‘Tamudazo’=catarsis. Saltos, gritos,
carreras, abrazos, lágrimas, emoción, alegría, exaltación, más lágrimas y
una extrema felicidad… Vallecas tocó el cielo. Después de ese momento, poco más se puede añadir. La invasión de campo
estuvo motivada en la sensación de lanzar la tensión acumulada durante
toda la tarde. Sandoval quería compartir con los suyos la emoción, y
subió cual Spiderman hasta el palco para fundirse en un profundo abrazo
con su mujer y sus hijas, las que siempre le acompañan y sufren como las
que más por el corazón del capitán del navío franjirrojo. La fiesta se prolongó por las calles de Vallecas hasta altas horas de
la madrugada, siendo el centro neurálgico de celebración la Fuente de
la Asamblea. Allí no faltaron los cánticos que han hecho grande al Rayo
esta temporada, y que la afición cantó con una felicidad desbordante. El
cielo pasó por Vallecas. Para contarlo, hay que sentirlo y vivirlo.
miércoles, 16 de mayo de 2012
lunes, 14 de mayo de 2012
La franja sobrevive
El Rayo Vallecano consiguió la permanencia un año más en Primera
División. Un gol de Tamudo en el descuento ante el Granada propicia que
los de José Ramón Sandoval salven la categoría mientras Sporting de
Gijón y Villarreal acompañarán al Racing de Santander a Segunda. El Rayo culminó el ejercicio de funambulismo emprendido hace dos meses con
un truco histórico, de esos imborrables en el alma de quienes lo vieron
en directo. Caminando sobre el alambre, los franjirrojos llegaron a su
final cuando sus latigazos estaban a punto de mandarles a Segunda. Pero
apareció Tamudo, en el momento justo, en el lugar idóneo a pesar de
estar ligeramente adelantado a los defensas. Sí, era fuera de juego,
pero no serán estas líneas las que rescaten actuaciones arbitrales si en
años no lo han hecho. Aquí se habla de fútbol y por suerte seguirá
siendo de Primera en cuestión de meses. Pero hubo que sudar, sufrir, implorar, agarrarse a un sentimiento y a la
lucha por conseguir un sueño que sólo unos meses atrás parecía logrado.
Hubo corazón, poco fútbol y muchos nervios. Y así fue desde el primer
minuto. Con una grada a reventar, de esas que no se recuerdan siquiera
contra los grandes en presupuesto, que vio cómo los suyos salían
aturdidos, con el objetivo claro pero las ideas empañadas. No tardaría el bueno de Ighalo en recordar que de comparsa el Granada,
nada de nada. El atasco ofensivo en los de Sandoval en el último tramo
de temporada no faltó a la cita en el día de cierre. La recuperación
milagrosa de Javi Fuego y la vuelta de Armenteros entonaron al cuadro
local, pero no tardaron en sumarse a la corriente de balones frontales
que la defensa andaluza repelía sin demasiadas dificultades. Un fallo del exrayista Borja Gómez supuso el primer borrón en el juego
de los de Abel Resino. El central se escurrió incomprensiblemente al
borde de su propio área y dejó a Michu solo frente a Julio César. En una
posición escorada el asturiano no acertó a batir al meta visitante,
enviando el balón al lateral de la red.
Piti, uno de los más activos, lo intentaría minutos más tarde desde
lejos, pero el marcador se cerraría con empate sin goles en el descanso. La segunda mitad arrancó con más nervios que fuelle. Trashorras entró
por un motivadísimo Movilla, comprometido con la franja hasta el último
minuto que ha disputado con ella. Probablemente hayamos asistido a su
ciclo como jugador rayista, pero de lo que no cabe duda de su compromiso
con el equipo, un ejemplo que deberían aprender generaciones venideras. La sustitución coincidió con el gol del Zaragoza en Getafe, que mandaba a
los franjirrojos a Segunda salvo victoria. Lass y Tamudo fueron los
últimos revulsivos de Sandoval con el objetivo de conseguir el tanto
salvador. De poco importaba desdibujar el equipo, cerrando con una línea
de tres en la que Labaka se convertía en único defensor puro sobre el
campo tras la lesión del infatigable Arribas. De hecho, de esta
descolocación pudo aprovecharse el Granada con sendas ocasiones de Jara y
Martins. El primero envió por encima de la portería el gol que hubiese
supuesto el descenso del Rayo, mientras que Cobeño se encargó de evitar
el segundo tras el bonito intento de vaselina del portugués. El tiempo se agotaba y el aliento llegaba desde las gradas al grito
unánime del “sí se puede”. Y se pudo. Tamudo culminó la gran acción
personal de Piti previo remate al larguero de Michu. La locura se
desataba sobre el césped de Vallecas, en la grada, allá donde hubiese un
rayista. No había tiempo para más en el campo, al Granada también le
valía el marcador con la derrota del Villarreal. El pitido final dio
paso a una explosión de júbilo sin igual, conscientes aquellos que
conocen la situación de la ADRV de la necesidad imperiosa de salvar este
match point. Y salió a hombros Diego Costa. Y Michu. Y lloró Cobeño. Y
Arribas. Y miles de rayistas. Y Sandoval sacó pecho mientras miraba al
cielo. No es para menos: la franja permanecerá un año más entre los más
grandes.
martes, 8 de mayo de 2012
Honrradla
jueves, 3 de mayo de 2012
Decepción preocupante
Nueva derrota del Rayo Vallecano. El conjunto de José Ramón Sandoval
perdió ante el Mallorca gracias al tanto logrado por el Chory Castro en
la segunda mitad. Los vallecanos se asoman peligrosamente al descenso,
del que ya le separan únicamente 3 puntos. El Rayo sigue allanando el camino para que dentro de apenas 10 días Vallecas viva una final a cara de perro con
el Granada. Su paso por Mallorca no fue ni mucho menos el peor de los
dados en los últimos meses, pero evidenció los resquebajados mimbres con
los que la nave intenta llegar a buen puerto. Tan sólo bastaron 15
minutos para que los bermellones, expertos en hundir esperanzas
rayistas, finiquitasen un encuentro con dos partes muy diferenciadas. Sandoval apostó por una línea de tres centrales formada por Labaka,
Pulido y Arribas. En los flancos, Tito y el sempiterno sancionado Casado
muy abiertos en busca de juego rápido. El resto del equipo,
el mismo que dibujó el bochorno del pasado domingo ante el Barça. Mas
no fue la misma imagen la mostrada en el Iberostar, donde el Rayo hizo
del dolor el motor de sus ocasiones. Poco a poco fue lubricándolo,
creciéndose y transformando en ocasiones el deseo de redención. Tamudo tuvo la primera, clara hasta decir
basta. Se plantó solo delante de Aouate y fue el palo quien impidió el
gol. Un cabezazo del catalán daría inicio a una triple oportunidad
frente al israelí, pero tampoco fueron capaces de hacer gol Tito ni
Diego Costa. El acoso a la portería mallorquinista aumentaba según
avanzaba el partido camino de los vestuarios, ansiados por los de
Caparrós como agua del mes recién inaugurado. Milagrosamente, el triple
sonido del silbato llegó sin que los franjirrojos viesen puerta,
práctica casi olvidada desde hace un mes cuando se vapuleó al Osasuna. Y hasta aquí llegó el Rayo Vallecano en Mallorca. En la reanudación
los de Caparrós aparecieron en el partido con la entrada de Alfaro. El
equipo local dio un paso al frente y apenas le costó llegar al área de
Cobeño, con especial reincidencia por el flanco defendido por Casado,
coladero bien aprovechado por Nsue, Pereira y compañía. Pero no sería
por allí por donde llegase un gol que reflejó la inocencia de una zaga
rota en su actitud. A los 15 minutos de la segunda mitad el Chory Castro
degollaba al rayismo aprovechando un regalo de Arribas. El resto del encuentro sólo sirvió para confirmar cómo el equipo se
desangra, paradigma de la situación en la Liga. La imagen de aquel Rayo
con ansia ofensiva y buen gusto por el fútbol a pesar de lo reducido de
su billetera queda en una instantánea que pierde color a pasos
agigantados. La nula respuesta de los rayistas ante el gol encajado, con
un Trashorras cuyo andar parsimonioso desespera a la vista, con un
Michu desaparecido en combate desde que sonasen campanas celestiales,
sólo refleja la extenuación de un equipo que ni sabe ni contesta. El caminar de la franja recuerda al visto hace dos años, cuando la
incapacidad y el bloqueo psicológico estrangularon al equipo hasta
ponerle al borde de la vuelta al infierno de la Segunda B. Por entonces
hubo que esperar al último partido del año para salvarse y dar a la
tecla del reset en los meses de verano. La falta de gol y una extrema
endeblez en lo defensivo y mental, penurias del conjunto rayista en este
tramo final de Liga, nos llevan a intuir que la historia se repetirá en
breve salvo victoria en Sevilla, algo que a estas alturas parece cuando
menos improbable.
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