domingo, 11 de noviembre de 2012

¡¡Si se puede!!

El Rayo Vallecano tiró de todos los tópicos para lograr una remontada ante el Celta que supone mucho más que tres puntos. Los de Jémez abren el tránsito de los encuentros de "su liga" con una trabajada victoria, apoyada en el corazón de Vallecas y sustentada por la creencia en un logro que a mitad de trabajo estaba casi imposible. Lo de esta noche es difícil de sintetizar, porque el Rayo ha vivido todo lo malo y todo lo bueno que puede contener un partido de fútbol. Dominio del juego, resultado adverso, enfado de la grada, circunstancias favorables, empuje y garra, acierto y victoria. Así fue el partido ante el Celta, una película de suspense con final feliz. La tarde para los de Jémez no empezaba todo lo bien que cabía esperarse. Los franjirrojos sabían de las intenciones y los peligros del Celta de Vigo, un equipo muy 'aseadito' y con jugadores de calidad suficiente como para complicarte la vida. La teoría estaba clara, el balón para el Rayo y las contras, con velocidad endiablada, para los gallegos. La práctica se pareció tanto a la teoría que, aun frotándose los ojos, los vallecanos no alcanzaban a entender cómo era posible que aquello estuviera sucediendo. Iago Aspas avisó en un par de ocasiones a Labaka y Amat. El jugador gallego les dijo por un lado y por otro que o le ataban en corto o se la terminaría liando. La indirecta no sería bien recibida por una zaga que quedó en ridículo ante la velocidad del jugador celtiña que, a los doce minutos, desarboló la línea de retaguardia vallecana para superar a Cobeño con facilidad. A la media hora, el drama ya tenía varios protagonistas. Aspas en su papel de verdugo bordó su actuación, mientras Labaka, Amat y Cobeño, sufrían las galopadas de un jugador que, con el paso de los acontecimientos, terminaría desquiciado y protestando acaloradamente las decisiones arbitrales. Con 0-2 en el marcador, parte de la grada de Vallecas empezaba a impacientarse, consciente de la trascendencia que una victoria podría tener para el futuro más inmediato de los suyos, y todo pareció ponerse de cara para la remontada cuando, en el minuto 39, Alvarez Izquierdo mostraba una discutida segunda tarjeta a Cabral dejando al Celta en inferioridad. Leo intentaba aprovechar su 'estado de gracia' para solucionar la papeleta de los franjirrojos y Piti y Jose Carlos y el Chori... y Paco Jémez, que viendo lo sucedido, decidía dejar fuera a Amat en el descanso -había recibido tarjeta amarilla en el minuto 42- para dar entrada a Gálvez. El cambio mejoró la cara del equipo, a pesar de que en la primera acción el nuevo central del Rayo era también amonestado, limitando de esta manera sus acciones. Gálvez no lo notó y se mostró expeditivo en el corte, seguro en el manejo del balón y dinámico en la salida del juego desde atrás. Con la reanudación, todo fue muy diferente. El Celta no supo manejar su ventaja en el marcador y terminó ahogado por su desventaja numérica, y el Rayo, crecido, terminó dándole la vuelta a una situación más que complicada. El primero en golpear sería Leo que, en el minuto 59, encendió la mecha en un Estadio que ya no paró. Después de varios intentos fallidos y con el juego totalmente volcado hacia el área de Javi Varas, Tito hizo el del empate. Todavía quedaban veinte minutos por delante para que el Rayo, con los suyos gritando aquello de "Sí se puede, sí se puede", consumaran la hazaña y se quedaran con los tres puntos. La victoria llegaría de las botas de un sereno Piti, que lanzó con tranquilidad y maestría una pena máxima cometida sobre Delibasic, que se había incorporado en la segunda mitad, con el equipo totalmente volcado al ataque. El 3-2 sería definitivo, aunque el Celta, en un arranque de gallardía, intentase llegar a las inmediaciones de Cobeño. Los vallecanos habían conseguido una victoria que les sitúa en una posición inmejorable para mirar al futuro sin temores y con la cabeza puesta en seguir disfrutando del fútbol. Hoy tocó sufrir, aunque mereciera la pena.



 


martes, 6 de noviembre de 2012

Matagigantes

El Rayo Vallecano recuperó el 'espíritu del Villamarín' y, tras realizar un gran partido en La Rosaleda, derrotó al Málaga por 1-2 gracias a dos goles anotados por su capitán Piti. Jémez volvía a situar a Labaka en el centro de la defensa, acompañado por Rodri, y devolvía el mando de las operaciones a un Roberto Trashorras que generaría bastante peligro con sus envíos al área. La ausencia de Amat, casi indispensable hasta ahora en la línea de retaguardia franjirroja, no se notó y el buen trabajo de los centrales, y la aportación de Gálvez en el segundo período en sustitución de Rodri, devolvieron una imagen de seriedad y esencia de buen fútbol al Rayo. mLa primera mitad del equipo de Jémez fue sobresaliente. La defensa, con Rodri y Labaka, apenas pasó apuros, el centro del campo tenía superioridad sobre la medular del Málaga y la delantera, con Leo y Chori Domínguez, más las llegadas de Piti y Jose Carlos, creó peligro o, cuando menos, rondó el área de la portería defendida por Willy Caballero. El Rayo saltó al césped de la Rosaleda dispuesto a demostrar que lo que pregona, que lo que predica a voz en grito, se puede plasmar sobre un terreno de juego. El balón, desde el pirmer minuto, perteneció a los vallecanos. La recuperación tras presión era inmediata y la salida del juego impecable. Así construyó su fútbol en un primer período de control, dominio y, sobre todo, tranquilidad a todos los niveles. El primer aviso llegaría con un envío de un Roberto Trashorras que llevó mucho peligro con sus lanzamientos a balón parado. El esférico enviado por el lucense fue rematado en posición forzada por Rodri, obligando a la defensa a despejar con muchos apuros. El control era vallecano y las primeras ocasiones, también. Con el dominio estabilizado y con el Málaga persiguiendo 'fantasmas' llegaría la acción del gol que adelantaría al Rayo en el marcador. Una gran jugada de ataque sería culminada con una excepcional interpretación de los huecos por parte de Leo que, tras controlar de manera orientada el esférico, encaró al portero y cedió al segundo palo para que Piti, a puerta vacía, consiguiera la ventaja franjirroja. El Rayo conseguía lo que merecía, y el Málaga también. Los de Pellegrini eran una auténtica sombra del equipo que ha deslumbrado en la Champions y del que, por méritos propios, ocupaba el tercer lugar de la tabla en Primera División. Sin claridad de ideas y sin recursos para superar la asfixiante presión de los jugadores del Rayo, los malagueños lo confiaron todo a las acciones individuales y la genialidad de jugadores de la talla de Isco, Joaquin o Saviola. Antes del primer acercamiento inocente de los locales, Trashorras volvía a poner otro balón en el área pequeña, llevando el susto a la grada de una Rosaleda que no creía lo que estaba viendo. El humilde Rayo Vallecano estaba maniatando y dominando a un equipo que dentro de unos días deberá medirse al Milan en Champions League y que tardaría más de veinte minutos en despertar de una pesadilla para la que no parecían estar preparados. Saviola consiguió escaparse de la defensa de Rodri y Labaka, pero Cobeño, muy atento durante todo el encuentro, pudo despejar un balón que terminaría siendo rematado por Portillo. En ese momento, el partido pareció abrirse, entre otras cosas porque la intensidad del trabajo de recuperación rayista bajó un grado. Leo tuvo la posibilidad del segundo en una escapada que terminó enviando fuera, mientras que Saviola volvía a poner a prueba, con éxito para los madrileños, los reflejos de Cobeño.
El Rayo seguía trabajando con una gran intensidad y seriedad todos los aspectos del juego, mientras los malagueños protestaban como penalti cada balón rebotado en el cuerpo de los defensas franjirrojos. Así ocurrió en dos ocasiones con Labaka, ambas con idéntico resultado: Teixeira Vitienes dejaba seguir el juego sin más. Joaquín tendría el empate con un remate abajo que volvía a encontrarse con Cobeño y Saviola, tras un error en el despeje de Casado, también terminaba topándose con el cancerbero, sustituto de Rubén en liga y de Dani en copa. La segunda mitad arrancó con susto para las pretensiones de un Rayo que había sabido jugar sus bazas con una clase y una veteranía únicamente vistos hasta ahora en su victoria en el Benito Villamarín. Demichelis aprovechaba de cabeza un envío al primer palo de Joaquín para lograr la igualada, ante la pasividad de la defensa vallecana. Con el empate el Rayo no se arrugó y continuó dominando el juego y buscando la victoria. Apareció Piti. Primero con una gran acción individual sobre la línea de fondo que terminó en saque de esquina, posteriormente con un gran disparo desde la frontal tras revolverse que se marchó desviado por centímetros y, por último, para asociarse de nuevo con el brasileño Leo que le habilitó para lograr el 1-2. Además, Leo había caído en el área en una de sus galopadas en solitario -Teixeira Vitienes señaló que no hubo penalti- y Jose Carlos remató de cabeza un buen envío de Tito desde el costado derecho. El Rayo mandaba en el marcador y seguía siendo mejor que un Málaga en el que Pellegrini había buscado mayor mordiente ofensiva con la entrada de Roque Santa Cruz, consiguiendo todo lo contrario. El Rayo jugaba a su antojo, se gustaba y veía pasar los minutos sin que el Málaga hiciera peligrar la portería de Cobeño. Jémez daba entrada a Lass, sentando a Piti, mientras Pellegrini buscaba frescura ofensiva con la incorporación de Duda y Buonanotte. Con estos cambios, el partido no varió, pero sí pudo hacerlo si Teixeira Vitienes hubiera señalado una clara falta cometida por Demichelis sobre el Chori Domínguez, que podría haberle supuesto la segunda amonestación del partido. El colegiado, igual que en la acción del posible penalti sobre Leo, dijo que no había pasado nada, perjudicando claramente al Rayo Vallecano. El conjunto franjirrojo continuó con su juego de toque y presión sobre el rival, lo que permitió algunas opciones de ataque que pudieron cerrar el resultado. José Carlos no vio a dos compañeros en el extremo y decidió un remate flojo y alejado que no creaba problemas a Caballero. En los minutos finales, el Málaga intentó aprovechar el cansancio del Rayo buscando recuperar un partido y tres puntos que había tenido cuesta arriba desde el primer instante y que se convertiría en la primera derrota como local de los de Pellegrini y en la segunda victoria a domicilio de un Rayo que se recuperó, ante un grande, de las goleadas y derrotas de las jornadas anteriores.