Sí, como lo han leído, el mío y el de miles de rayistas que pasan el
verano tachando días para escaparse al pueblo unos días; o el de los que
se van a quedar en casa porque este año hay lo que hay; también del que
vive a 300 km y se los “chupa” domingo sí domingo también a costa de la
guita que ya no llega a fin de mes; o del de Nueva Numancia que ha
“mamado” la franja tres generaciones o más; o del que se ha subido al
carro porque ha descubierto esta droga, que cuando te entra en la sangre
ya no te sale en la vida. Mi Rayo y tu Rayo. Si salta a El Val como si lo hace al Bernabéu de la calefacción
teatrera para señoritos polvorientos y anquilosados, porque aquí ya
hemos empezado con el bocata de tortilla en homenaje al exilio de
Vallehermoso, y porque como ya ha dicho Jémez: “Pobres y humildes lo que
quieras, pero el que quiera ganar al Rayo lo va a tener que demostrar
sobre el campo”. Toma. He pasado por Payaso Fofó y he visto a no más de veinte rayistas,
esos que con la cabeza “gacha” capean el temporal del día a día hasta
que pasan el arco del Cota. Allí desenfundan su más preciado tesoro, y a
cambio de esos euros humildemente ganados, reciben su pasaporte más
valorado: el carnet que da derecho a soñar otra temporada más. ¿Quién
nos va a robar esa ilusión? No sabemos ni de quién somos, si pertenecemos a un juzgado o si la
familia nos tiene aún domiciliados en las Islas Caimán. Eso sí, nos
echan a Sandoval de mala manera, nos dejan administrados por potentados
tecnócratas y nos cuidan poco o nada. ¿Y qué?. Da igual que se vayan
soldados de la franja. Otros tantos se irán tarde o temprano. Gracias a
todos por los favores prestados y desfilen con lo suyo en el petate, que
detrás vienen otros a pelear por 88 años de historia. Ya han llegado Jose Carlos, Adrían y Bille, pero Vallekas, sí, con K,
espera a los Amat, Gálvez, y a todo aquel que el Sargento Jémez
requiera para la causa. Ninguno, sin excepción, debe dudar que los que
se ponen la franjirroja o la bufanda, porque ellos lo van a dar todo
desde el día del Granada hasta que el Athletic de Bilbao diga adiós a la
temporada. Candidatos al descenso por los tristes de siempre, pero con la cabeza
bien alta allá donde vayamos. Así ha de estar el abonado rayista con su
equipo. Seguro que por el camino llegarán sinsabores, sonrisas y cantos
de alabanza en cuanto nos acerquemos a la UEFA. Vengan por donde
vengan, díganlo bien alto: Sí, soy del Rayo Vallekano, ¿Y qué?.
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