El Rayo Vallecano recuperó el 'espíritu del Villamarín' y, tras
realizar un gran partido en La Rosaleda, derrotó al Málaga por 1-2
gracias a dos goles anotados por su capitán Piti. Jémez volvía a situar a Labaka en el centro de la defensa, acompañado
por Rodri, y devolvía el mando de las operaciones a un Roberto
Trashorras que generaría bastante peligro con sus envíos al área. La
ausencia de Amat, casi indispensable hasta ahora en la línea de
retaguardia franjirroja, no se notó y el buen trabajo de los centrales, y
la aportación de Gálvez en el segundo período en sustitución de Rodri,
devolvieron una imagen de seriedad y esencia de buen fútbol al Rayo. mLa primera mitad del equipo de Jémez fue sobresaliente. La defensa,
con Rodri y Labaka, apenas pasó apuros, el centro del campo tenía
superioridad sobre la medular del Málaga y la delantera, con Leo y Chori
Domínguez, más las llegadas de Piti y Jose Carlos, creó peligro o,
cuando menos, rondó el área de la portería defendida por Willy
Caballero. El Rayo saltó al césped de la Rosaleda dispuesto a demostrar que lo
que pregona, que lo que predica a voz en grito, se puede plasmar sobre
un terreno de juego. El balón, desde el pirmer minuto, perteneció a los
vallecanos. La recuperación tras presión era inmediata y la salida del
juego impecable. Así construyó su fútbol en un primer período de
control, dominio y, sobre todo, tranquilidad a todos los niveles. El primer aviso llegaría con un envío de un Roberto Trashorras que
llevó mucho peligro con sus lanzamientos a balón parado. El esférico
enviado por el lucense fue rematado en posición forzada por Rodri,
obligando a la defensa a despejar con muchos apuros. El control era
vallecano y las primeras ocasiones, también. Con el dominio estabilizado y con el Málaga persiguiendo 'fantasmas'
llegaría la acción del gol que adelantaría al Rayo en el marcador. Una
gran jugada de ataque sería culminada con una excepcional interpretación
de los huecos por parte de Leo que, tras controlar de manera orientada
el esférico, encaró al portero y cedió al segundo palo para que Piti, a
puerta vacía, consiguiera la ventaja franjirroja. El Rayo conseguía lo
que merecía, y el Málaga también. Los de Pellegrini eran una auténtica sombra del equipo que ha
deslumbrado en la Champions y del que, por méritos propios, ocupaba el
tercer lugar de la tabla en Primera División. Sin claridad de ideas y
sin recursos para superar la asfixiante presión de los jugadores del
Rayo, los malagueños lo confiaron todo a las acciones individuales y la
genialidad de jugadores de la talla de Isco, Joaquin o Saviola. Antes del primer acercamiento inocente de los locales, Trashorras
volvía a poner otro balón en el área pequeña, llevando el susto a la
grada de una Rosaleda que no creía lo que estaba viendo. El humilde Rayo
Vallecano estaba maniatando y dominando a un equipo que dentro de unos
días deberá medirse al Milan en Champions League y que tardaría más de
veinte minutos en despertar de una pesadilla para la que no parecían
estar preparados. Saviola consiguió escaparse de la defensa de Rodri y
Labaka, pero Cobeño, muy atento durante todo el encuentro, pudo despejar
un balón que terminaría siendo rematado por Portillo. En ese momento, el partido pareció abrirse, entre otras cosas porque
la intensidad del trabajo de recuperación rayista bajó un grado. Leo
tuvo la posibilidad del segundo en una escapada que terminó enviando
fuera, mientras que Saviola volvía a poner a prueba, con éxito para los
madrileños, los reflejos de Cobeño.
El Rayo seguía trabajando con una gran intensidad y seriedad todos
los aspectos del juego, mientras los malagueños protestaban como penalti
cada balón rebotado en el cuerpo de los defensas franjirrojos. Así
ocurrió en dos ocasiones con Labaka, ambas con idéntico resultado:
Teixeira Vitienes dejaba seguir el juego sin más. Joaquín tendría el empate con un remate abajo que volvía a
encontrarse con Cobeño y Saviola, tras un error en el despeje de Casado,
también terminaba topándose con el cancerbero, sustituto de Rubén en
liga y de Dani en copa. La segunda mitad arrancó con susto para las pretensiones de un Rayo
que había sabido jugar sus bazas con una clase y una veteranía
únicamente vistos hasta ahora en su victoria en el Benito Villamarín.
Demichelis aprovechaba de cabeza un envío al primer palo de Joaquín para
lograr la igualada, ante la pasividad de la defensa vallecana. Con el
empate el Rayo no se arrugó y continuó dominando el juego y buscando la
victoria. Apareció Piti. Primero con una gran acción individual sobre la línea
de fondo que terminó en saque de esquina, posteriormente con un gran
disparo desde la frontal tras revolverse que se marchó desviado por
centímetros y, por último, para asociarse de nuevo con el brasileño Leo
que le habilitó para lograr el 1-2. Además, Leo había caído en el área
en una de sus galopadas en solitario -Teixeira Vitienes señaló que no
hubo penalti- y Jose Carlos remató de cabeza un buen envío de Tito desde
el costado derecho. El Rayo mandaba en el marcador y seguía siendo mejor que un Málaga en
el que Pellegrini había buscado mayor mordiente ofensiva con la entrada
de Roque Santa Cruz, consiguiendo todo lo contrario. El Rayo jugaba a
su antojo, se gustaba y veía pasar los minutos sin que el Málaga hiciera
peligrar la portería de Cobeño. Jémez daba entrada a Lass, sentando a Piti, mientras Pellegrini
buscaba frescura ofensiva con la incorporación de Duda y Buonanotte. Con
estos cambios, el partido no varió, pero sí pudo hacerlo si Teixeira
Vitienes hubiera señalado una clara falta cometida por Demichelis sobre
el Chori Domínguez, que podría haberle supuesto la segunda amonestación
del partido. El colegiado, igual que en la acción del posible penalti
sobre Leo, dijo que no había pasado nada, perjudicando claramente al
Rayo Vallecano. El conjunto franjirrojo continuó con su juego de toque y presión
sobre el rival, lo que permitió algunas opciones de ataque que pudieron
cerrar el resultado. José Carlos no vio a dos compañeros en el extremo y
decidió un remate flojo y alejado que no creaba problemas a Caballero. En los minutos finales, el Málaga intentó aprovechar el cansancio del
Rayo buscando recuperar un partido y tres puntos que había tenido
cuesta arriba desde el primer instante y que se convertiría en la
primera derrota como local de los de Pellegrini y en la segunda victoria
a domicilio de un Rayo que se recuperó, ante un grande, de las goleadas
y derrotas de las jornadas anteriores.
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