martes, 29 de noviembre de 2011

Soñad

19.00 horas del martes 29 de noviembre de 2011. Los jugadores del Rayo Vallecano, recién llegados al Camp Nou, pisan el césped de uno de los mejores estadios del mundo. Veo a Michu mirar hacia arriba. “Y si la liamos esta noche aquí…”, piensa mientras observa el lugar de la grada, en lo más alto, en el que se van a ubicar 500 vallecanos desplazados desde el barrio de los sueños.
Charlan con aparente despreocupación Cobeño, Jordi, Míchel (sí, el “capi” ha viajado a Barcelona, cumple su deseo de visitar otra vez el Camp Nou), Movilla y Lass. Lass Bangoura, ese niño (africano de mi vida) que hace solo unos meses hubiera jurado que el Barça – Rayo lo vería por la tele en Madrid junto a sus compañeros de piso. Tamudo pasea solitario con las manos en los bolsillos, responsabilizado. No está nervioso, ha jugado muchas veces en este estadio, incluso ha marcado un gol que le quitó una Liga al FC Barcelona.
“Podemos irnos de aquí con una goleada, pero también tenemos la oportunidad de escribir una página inolvidable en la historia de nuestro club. De aquí a la enfermería o de aquí por la puerta grande”. Sandoval  mira a los ojos a sus jugadores, sentados en los bancos del lujoso vestuario visitante del Camp Nou. El míster utiliza un discurso que tenía muy pensado, quiere tocar el corazón, el nervio de sus pupilos. Desea que salgan a disfrutar del partido, que no se acomplejen, que paseen con orgullo una franja que hace disfrutar y sufrir a miles de almas vallecanas. Se escuchan gritos. Se palpa la tensión, la emoción del momento. Los futbolistas salen hacia la bocana de vestuarios, allí cruzan miradas con Xavi, Valdés, Villa, Messi y compañía. Unos “cracks” que no sonríen después del “trastazo” de Getafe.
Y saltan al campo. Y suena “a todo meter”, atronador, el himno del FC Barcelona. Y a lo lejos rugen los 500 rayistas, que gritan “Rayo, Rayo” en nombre de todo el barrio de Vallecas, de cientos de hinchas que pueblan los bares y los hogares del ese gran barrio. Muchos de ellos acompañaron al Rayito en Segunda B por decenas de campos, incluso se dejaron el tiempo y la “pasta” en viajar varias veces a Canarias. Ahora tienen un nudo en la garganta por poder animar a su equipo en un escenario majestuoso.
Arranca el partido. El Barça sale a tumba abierta, espoleado por las críticas, con la intención de resolver el partido lo antes posible. La primera media hora es infernal para los franjirrojos. Cobeño para “a cuatro manos”, Jordi y Arribas se multiplican por 5, Javi Fuego, Movilla y Michu ni la huelen, el resto solo corren detrás del balón. Es un monólogo, Cobeño no tiene tiempo ni para respirar. Hasta la Virgen del Carmen, Patrona de Vallecas, achica balones incrustada en la defensa rayista.
Minuto 30. 0-0. Primeros murmullos en el Camp Nou. De repente retumba el estadio con el “A las armas” de unos aficionados que no pueden dejar de sufrir, que no quieren dejar de sufrir. “Somos de Vallecas, y vamos a ganar, vamos Rayoooo”. Los socios blaugranas giran la cabeza hacia el último anfiteatro admirando la fidelidad de unos “locos” que SOLO son del Rayo Vallecano.
Los muchachos de Sandoval aguantan con el empate hasta el descanso. Entran en el vestuario fundidos. “Su Majestad” Michel, que ha sufrido como el que más desde el banquillo, anima a sus compañeros, que aprovechan estos minutos para respirar, para recuperar el resuello. Michu se refresca y se moja el pelo después de haber corrido 32,4 kilómetros durante los primeros 45 minutos. “Vamos, chavales, a salir ahí con fe, estamos aguantando, sabéis que vamos a tener nuestra oportunidad”, grita Sandoval, que aunque no lo quiera escenificar, está más nervioso que el día de su boda. Sabe que su equipo tiene un gran oportunidad de “reventar” la Liga.
Comienza la segunda mitad. El Barcelona comparece con dudas, la impaciencia de la grada no les ayuda. Guardiola saca al campo a Iniesta, que vuelve después de su lesión. Nada más salir, el manchego chuta al palo y sirve otro balón a Villa, que encuentra los guantes de Cobeño a la altura de la escuadra. Paradón. San Cobeño, Patrón de la Albufera. Minuto 60. El Barça no anota. El Rayo no deja de soñar. El fútbol, como la vida, es una fábrica de sueños. Y si a eso le añades la franja roja…
A los 68 minutos de partido, Piti convierte su pierna zurda en una varita mágica. Sale de dos regates, levanta la cabeza y “larga” un centro colosal que Tamudo aloja con la espinilla en las mallas azulgranas. 0-1. “Tamudazo”. El Rayito pone patas arriba Vallecas, el Camp Nou y España entera. Solo restan 22 minutos de sufrimiento, quizá demasiados (quizás no) para aguantar las embestidas del mejor equipo de Europa. Los hinchas rayistas se hacen notar, solo se les escucha a ellos en un estadio de casi 100.000 personas. Pequeño “Vallekanfield” en territorio enemigo. Sandoval no se aguanta, por momentos parece un jugador más.
La alegría dura muy poco. Como casi siempre en la casa del pobre. Messi empata en el minuto 73. Zurdazo inapelable que se cuela junto al palo. El gol del genio reactiva al Camp Nou, que ahora empuja en busca de una remontada imprescindible para seguir luchando por la Liga. Los siguientes 15 minutos son infernales. El Rayo se parapeta atrás en busca de su “Misión Imposible”. Cobeño vuelve a intervenir hasta en tres ocasiones para convertir sus guantes en un tesoro con franja roja. Piqué cabecea al larguero. El Barça es un vendaval. Pero no la mete, ni siquiera en los 3 minutos de propina. Antes del pitido final, Puyol y Delibasic pelean por un pelotazo a seguir de Jordi Figueras, que solo perseguía la sana intención de alejar el esférico de su área. El árbitro pita falta en la frontal. Es la última acción del partido. Y es para el Rayito.
“Su Majestad” Michel, que había saltado al césped solo 2 minutos antes, coloca la bola en la baldosa de la ilusión. Es la gran oportunidad de su vida. No mira a nadie, no habla con nadie. Piensa en su familia, en aquellos que le han ayudado en los momentos difíciles, en la ingente cantidad de “mierda” que se ha tragado durante los últimos meses por defender a su Rayo Vallecano. Solo espera la señal del colegiado. Escucha el silbido. Corre. Arma el cañón. Con clase, buscando la escuadra, con calidad. Como esos futbolistas que se disfrazan de ángeles para tocar el balón. Michel sabe que le ha pegado bien, pero también que eso no es garantía de éxito. Durante un segundo se congela el balón. Y el césped, la portería, los jugadores, los hinchas, el Camp Nou, los bares de Vallecas, las televisiones, los corazones. Se congela hasta la almohada de Tebas, que ya se ha ido a dormir porque el partido termina demasiado tarde.
Goooooool. 1-2. Victoria en el Camp Nou. Michel sale corriendo, sin rumbo, sin destino, sin coherencia. Con sentimiento. Con una inmensa alegría. Por Lara y por sus hijos, por su club, por su hermano “Coke”, por sus amigos del Rayo, por todos. En un visto y no visto, 30 rayistas están abrazados sobre la hierba del estadio del FC Barcelona. No hay palabras para explicar lo que se ve. Arriba se abrazan los aficionados vallecanos. Los que se gastaron 150 “pavos” en cambiar sus billetes de avión, los que han viajado 9 horas en autocar para soñar con su equipo. Los que le contarán a sus nietos que ellos estuvieron allí, en ese momento inefable.
La fiesta es del Rayo Vallecano, la fiesta es del “pequeño”. A las 23.05 horas saltan otra vez al campo los futbolistas del Rayito, que en la lejanía divisan la alegría incontenible de cientos de “locos”. “La Vida Pirata” revienta los cimientos y las paredes del Camp Nou. Es sencillamente acojonante. “Sin trabajar, sin estudiar, con la botella de ron”. El Rayo hace historia, su fiel afición la lleva escribiendo desde hace muchos años. ¿Os imagináis que esto ocurre?    
Soñad. Porque soñar es una de las cosas más bonitas que esta vida nos concede.

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