Nueva derrota del Rayo Vallecano. El conjunto de José Ramón Sandoval
perdió ante el Mallorca gracias al tanto logrado por el Chory Castro en
la segunda mitad. Los vallecanos se asoman peligrosamente al descenso,
del que ya le separan únicamente 3 puntos. El Rayo sigue allanando el camino para que dentro de apenas 10 días Vallecas viva una final a cara de perro con
el Granada. Su paso por Mallorca no fue ni mucho menos el peor de los
dados en los últimos meses, pero evidenció los resquebajados mimbres con
los que la nave intenta llegar a buen puerto. Tan sólo bastaron 15
minutos para que los bermellones, expertos en hundir esperanzas
rayistas, finiquitasen un encuentro con dos partes muy diferenciadas. Sandoval apostó por una línea de tres centrales formada por Labaka,
Pulido y Arribas. En los flancos, Tito y el sempiterno sancionado Casado
muy abiertos en busca de juego rápido. El resto del equipo,
el mismo que dibujó el bochorno del pasado domingo ante el Barça. Mas
no fue la misma imagen la mostrada en el Iberostar, donde el Rayo hizo
del dolor el motor de sus ocasiones. Poco a poco fue lubricándolo,
creciéndose y transformando en ocasiones el deseo de redención. Tamudo tuvo la primera, clara hasta decir
basta. Se plantó solo delante de Aouate y fue el palo quien impidió el
gol. Un cabezazo del catalán daría inicio a una triple oportunidad
frente al israelí, pero tampoco fueron capaces de hacer gol Tito ni
Diego Costa. El acoso a la portería mallorquinista aumentaba según
avanzaba el partido camino de los vestuarios, ansiados por los de
Caparrós como agua del mes recién inaugurado. Milagrosamente, el triple
sonido del silbato llegó sin que los franjirrojos viesen puerta,
práctica casi olvidada desde hace un mes cuando se vapuleó al Osasuna. Y hasta aquí llegó el Rayo Vallecano en Mallorca. En la reanudación
los de Caparrós aparecieron en el partido con la entrada de Alfaro. El
equipo local dio un paso al frente y apenas le costó llegar al área de
Cobeño, con especial reincidencia por el flanco defendido por Casado,
coladero bien aprovechado por Nsue, Pereira y compañía. Pero no sería
por allí por donde llegase un gol que reflejó la inocencia de una zaga
rota en su actitud. A los 15 minutos de la segunda mitad el Chory Castro
degollaba al rayismo aprovechando un regalo de Arribas. El resto del encuentro sólo sirvió para confirmar cómo el equipo se
desangra, paradigma de la situación en la Liga. La imagen de aquel Rayo
con ansia ofensiva y buen gusto por el fútbol a pesar de lo reducido de
su billetera queda en una instantánea que pierde color a pasos
agigantados. La nula respuesta de los rayistas ante el gol encajado, con
un Trashorras cuyo andar parsimonioso desespera a la vista, con un
Michu desaparecido en combate desde que sonasen campanas celestiales,
sólo refleja la extenuación de un equipo que ni sabe ni contesta. El caminar de la franja recuerda al visto hace dos años, cuando la
incapacidad y el bloqueo psicológico estrangularon al equipo hasta
ponerle al borde de la vuelta al infierno de la Segunda B. Por entonces
hubo que esperar al último partido del año para salvarse y dar a la
tecla del reset en los meses de verano. La falta de gol y una extrema
endeblez en lo defensivo y mental, penurias del conjunto rayista en este
tramo final de Liga, nos llevan a intuir que la historia se repetirá en
breve salvo victoria en Sevilla, algo que a estas alturas parece cuando
menos improbable.
Nadie dijo que fuera fácil, y en Sevilla seguro que algo se pesca
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